Eras tú, entre tantas imágenes revueltas,
andando por ahí entre gente extraña.
Viniste a mí con los brazos abiertos,
reconocí tus ojos entre tantas miradas.
Y ahí estabas, una vez más
para salvar mi día lleno de decepciones
una vez más el recuerdo de un pasado
borraba la amargura de este triste presente.
Todo alrededor se desvaneció
mientras caminábamos sin rumbo fijo
y nuestras manos hechas un lazo:
¡No tuve nunca momento más divino!
Y entonces nos despedimos
con la sensación de no quererlo hacer jamás,
besé tus manos, apoyé mi cabeza en tus piernas,
acariciaste mi cabello, y me dijiste:
"yo nunca te he dejado de amar".
Gracias infinitas por venir a mí en sueños,
siempre lo haces sentir real.
(Esa es la idea...)
viernes, 21 de diciembre de 2018
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