Guerras, hambre, egoísmo, desprecio por nuestra propia raza, hacia nuestra propia gente. Pero lo peor es que nos odiamos a nosotros mismos por lo que hacemos, por lo que dejamos de hacer, por los errores cometidos, en el pasado, en el presente y por los que vendrán... porque somos humanos y crecemos gracias a los errores. Sin ellos, simplemente perderíamos nuestra esencia, lo que somos...
Y es que a diario movemos mal las fichas de este ajedrez, nos anotamos autogoles con el marcador en contra y desperdiciamos las cestas que nos darían el título de este difícil campeonato. Es ahí cuando la impotencia se adueña de tu mente, cuando el referí te pita en contra y la tribuna te rechifla. Y poco a poco tus desaciertos van construyendo una casa en tu cabeza, y luego de instalarse en ella le extienden la invitación a la culpa para que juntos realicen una celebración en tu honor...
(Continuará...)
L.Prz!
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