martes, 5 de julio de 2011

La Mesa de Tres Puestos

Pasaron muchas personas,
muchas parejas.
Algunas justo ese día se juraron amor eterno,
otras solo se tomaron un café y sonrieron.

Nunca faltó el que se sentaba sólo y miraba lejos
o el que duraba poco tiempo realizando una llamada.
Se sentaban, se miraban, discutían y pensaban;
se besaban y cerraban los ojos.

Se sentó un hombre de cabello blanco
que hablaba de negocios.
Luego un policía que leía una carta.

Tantas personas pasaron por la misma mesa,
algunas con problemas agobiantes,
algunas con amores escondidos,
algunos un tanto solitarios
y otros un poco distraídos.

Quizá al marcharse fueron atropellados,
otros solo siguieron su camino,
otros decidieron enamorarse
y otros se sintieron perdidos.

Seguí sentada en la mesa de la izquierda
con mi jugo de tamarindo, y cuando desperté
estaba redactando este escrito...
sola y en la misma mesa con dos sillas vacías.

Tal vez, si no me hubiese dado sed,
no me hubiese quedado dormida.
Posiblemente no habría visto tanta gente
y quizá no habría especulado tanto.

Si no me hubiese quedado dormida,
las dos sillas estuvieran ocupadas...
... pero a lo mejor este escrito no estaría publicado.

L.Prz!

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