Por Melissa Vergara Ibáñez, una buena amiga y sin duda un gran talento.
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Hoy digo adiós a seguir retrasando mi presencia en las aguas dulces de la prosperidad.
A vivir aferrada a tus recuerdos que solo hacen que mi tristeza sobresalga y vuelva a ver mis lágrimas sobre mi rostro.
A recoger trozos de mi vida cada vez que veo cómo llegué a ser tan despreciable.
A seguir siendo blanco de las descargas de aquellas personas que necesitan sacar su rabia a flote.
A ser solo la simple mujer que llora en su almohada cada vez que quiere gritar y sentir que vive.
Solo quiero en mi vida la fe que Jesús tenía de que su pueblo iba a salir de las aguas del pecado donde se hundía.
Veo en mi reflejo solo un rostro de amargura que solo ha quedado después de tanto llanto, y entonces me encuentro con mi doble espejo mostrando un rostro feliz que quiere sobresalir.
Pero me hundo en un lodo que no me deja ver la luz, entonces miro a lo lejos una luz floreciente que me dice vas a salir.
Por eso, que se caiga el mundo, pero no mi resistencia.
que se agote el agua del planeta, pero no mis ganas de vivir.
El petróleo del mundo, pero no el aire con que respiro.
Que los ríos no vuelvan hacia el mar y que el pueblo se sumerja en tinieblas, pero que siempre haya luz y esperanza para los inocentes.
Que no se escuche un solo grito de misericordia en el cielo, sino que se escuche un tambor diciendo "¡Aleluya!"
Que el recuerdo de la guerra no se halle tatuado en el seno de tu piel.
Que el amor sea bendecir al otro con su presencia y no una cadena amarrada a tu corazón destilando solo dolor.
Que las palabras de los niños no sean voces de llanto, sino de euforia y alegría.
Que las lápidas no se escriban en lágrimas y silencio
y que la vida sea más que vida.
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