Somos tan frágiles ante la sola idea de la muerte.
Todos tenemos la certeza de que un día moriremos, pero realmente nadie quiere renunciar a la vida. No sé si nos hemos resignado, si lo hemos aceptado o asimilado, o si nos hemos rendido ante la inmensa fuerza de esta verdad. ¡Quién sabe!
Apenas inicia un nuevo año y ya he visto partir a Don Fernando y a Doña Bárbara. Dos ancianos, de distintas familias, con historias y males diferentes, pero con una realidad en común: el fin de sus vidas, de sus buenas vidas.
Los acompañamos en esa última caminata sus parientes cercanos y lejanos, amigos, compañeros, vecinos, conocidos y desconocidos. Todos dándole el último adiós, todos con una realidad en común: sin saber cuándo será nuestro turno, entendiendo lo frágiles que somos, y con ganas, con muchas más ganas de aferrarnos a esta vida.
(Esa es la idea...)
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