Y pareciera que he hecho de un "quiero verte"
el rezo sagrado de cada tarde mientras regreso a casa.
Sin duda verte otra vez,
es el anhelo más profundo de mi corazón,
el deseo de mi alma cansada de buscarte
cada noche por las calles mientras duermo.
Sin embargo, te espero:
entre la paciencia y la ilusión,
entre el silencio y la sonrisa,
entre el ruido y las plegarias.
Te espero con las manos llenas de ti
y de este amor que no sabe rendirse.
Te espero cuando el sol cambia de color
y el cielo baja el telón del día.
Te espero con la alegría del que espera
lo tierno, lo bueno, lo amoroso.
Te espero con la tranquilidad que producen las certezas,
con la esperanza del que piensa que puede haber algo mejor detrás de la niebla.
Te espero, amor,
siempre con los brazos abiertos
y una canción en los labios.
-LAURA.
sábado, 9 de septiembre de 2017
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