miércoles, 14 de julio de 2010

Se trata de un viaje



Era una mañana como cualquier otra. Me dirigía a la Universidad, y como todos los días, llegué al paradero muy temprano a tomar el bus en el que duraría una hora, muy aburrida por cierto... El bus iba un tanto vacío, así qeu decidí sentarme en un buen lugar (con ventanilla).
Empecé a pensar en la vida, en mi vida. Y aunque parezca algo absurdo y característico de personas sin oficio, empecé a contar cuántos semáforos habían desde mi casa, o más bien desde la parada del bus, hasta la Universidad. No te miento, conté 35 semáforos. Algunos solo prendían la luz amarilla y otros las prendían todas. Fue allí cuando empecé a relacionar el camino hasta la Universidad con uno de los muchos significados de la palabra VIDA.
Entendí que muchas veces la vida se nos presenta con algunos baches o huecos, así como las carreteras de mi bella ciudad, já! Entendí que así como el bus no lo manejo yo, de igual forma mi vida tampoco, que existe alguien que definitivamente sabe cómo hacerlo y que tiene licencia para conducirla.
Entendí que en nuestro camino, largo o corto, pero camino finalmente, se nos presentan personas que nos advierten y aconsejan, así como los semáforos de prevención que te dicen: Ten cuidado, baja la velocidad. También existen otras personas que te dicen que te detengas, pero no solo personas, sino también circunstancias que la vida misma te plantea y que te indican que debes hacer un alto en el camino, una pausa para no accidentarte.
Pero como somos humanos, terrenales y mortales, también nos equivocamos y muchas veces hacemos caso omiso de las advertencias, y por culpa de esa sed de experimentar cosas nuevas o simplemente porque nos creemos los dueños del mundo, nos volamos el semáforo estando en rojo. Algunas veces nos salvamos por la infinita misericordia de Dios, pero otras veces nos estrellamos y caemos en un período de crisis y de conflictos internos, de luchas y decepciones, en las que buscamos culpables y no entendemos que la respuesta a eso es tornar la mirada hacia el espejo.
Luego de un rato el bus llegó a su último semáforo dentro de su ruta. De ahí en adelante el bus irá mucho más rápido, pensé. A ese momento no le encontré ninguna relación con la vida, qué quería decir todo esto? Después de pensar tanto pude llegar a lo siguiente: Cuando llegamos a esta etapa del camino, es porque sin duda, se ha acercado el fin de nuestros días, sencillamente se acabó el recorrido, el viaje ha terminado. Ya no hay baches, ya no hay huecos ni curvas peligrosas, todo es más fácil y la vida NO LO ES, entonces ya no hay vida...
Justo en ese instante me bajé del bus y lo ví alejarse. Pensé entonces que el bus llegaría hasta un poco más adelante y se devolvería, recogiendo así a otros pasajeros que al igual que yo emprenderían su propio viaje. Entendí entonces que unos se suben al bus y otros se bajan de él, que unos llegan y otros se van, pero que el ciclo sigue, el viaje continúa, y está en nosotros el deber y el derecho de disfrutarlo al máximo (con mucha responsabilidad) y con nuestra mirada puesta en Dios.
... Y como decía el eslogan de una película de dibujos animados que me vi algún día: "La vida es un viaje, disfruta el camino"

1 comentario:

  1. "Si la cuerda no fuera tan delgada, no tendría gracia caminar sobre ella..."

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