Camino, respiro, sonrío
mientras bebo mi limonada cerezada.
Siento el aire, disfruto el momento,
me deleito en la paz que flota en mi ambiente.
Afuera todo es ruido y desespero.
La gente se atormenta por banalidades
y contagian el ambiente de esa sensación
que nos lleva a acelerarnos sin saber por qué.
Pero yo, camino, respiro y sonrío
mientras los otros intentan alcanzar al reloj que no se detiene,
mientras corren esquivando papeles y carpetas,
mientras intentan luchar contra el destino desarmados y sin fuerzas.
Me detengo. Respiro, sonrío y sigo caminando,
porque no vale la pena detenerse,
porque es preciso respirar para que fluyan mejor las sonrisas,
para que salgan a flote las ideas.
L.Prz!
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