martes, 3 de julio de 2012

La Carta que Nunca Regresó

Te escribí. Esperé tu respuesta, pero jamás llegó. Seguro escribiste y tal vez examinaste a fondo cada palabra. Quizá no querías fallar, querías dar en el punto, pero sin herirme. Lo sé. Sin embargo, pudo ser que el temor te venció, que el miedo detuvo el envío o que el dolor pudo más que las palabras. Tal vez sucedió que el resentimiento se posó sobre el papel y lo hizo más pesado; que la melancolía jugó con tus letras y las retuvieron en tus borradores; que las miradas externas te debilitaron una vez más y que el juicio de tu conciencia borró todas tus ideas.

Creo que a lo mejor no hubo motivación porque nunca nadie nos enseñó a amar bien. Quizá simplemente lo ignoraste todo, quizá decidiste no dejar rastro. Tal vez la indecisión hizo fiesta en tu cabeza y la confusión ató tus manos alejándote del papel.

Pero, ¿qué tal que sin quererlo, a tu puerta nada haya llegado, o simplemente yo jamás te haya escrito? Necesito una respuesta.

(Esa es la idea...)

L.Prz!

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