jueves, 30 de agosto de 2012

Escenas de la vida diaria

Por Darío Jaramillo Agudelo

En la familia no se habla del pasado; a veces, apenas, para recordar a los muertos ya distantes.
Discutimos sobre pequeñas cosas del día, cosas efímeras y compartimos gustos elementales como los techos altos o el sonido de la fuente o la luz roja de la tarde sobre el ladrillo de la catedral
y hablamos de los días de viento y del verde de las matas de la casa;
el placer más familiar es la buena mesa
que disfrutamos hablando bien de la comida
y sonriéndonos con afecto y respeto y lejanía:
así se ama la gente civilizada,
sin demasiadas efusiones, con discreción, respetando el mundo ajeno :
las utopías políticas de mi padre, sus sueños de justicia,
las libretas de cuentas de mi madre, el boletín de la bolsa,
la dosis de angustia que ella considera deber de toda madre piadosa,
los paseos de sábado y domingo con su tropa de hermanas;
los silencios de mi abuela, los momentos en que le da vueltas el mundo,
sus dulces de diabética, sus juegos de cartas,
los locos y atinados colores de las colchas de retazos que construye
y mis libros y mis versos y mis viajes lejos de esta familia que amo sin saber nada de ella.

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